viernes, 8 de septiembre de 2023

Cecilia Pavón



Cecilia Pavón nació en Mendoza en 1973 y vive en Buenos Aires desde los 90, donde se recibió de Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Escritora, editora, y traductora, en 1999 fundó junto a Fernanda Laguna la galería de arte y editorial Belleza y Felicidad. Publicó los libros de relatos Los sueños no tienen copyright (Blatt & Ríos, 2010, 2022), Once Sur (Blatt & Ríos, 2013, Mansalva 2018), Pequeño recuento sobre mis faltas (Overol, 2015) y Todos los cuadros que tiré (Eterna Cadencia, 2020); y los libros de poemas: Diario de una persona inventada (Blatt y Ríos, 2023) 27 poemas con nombre de persona (Triana, 2010), Un hotel con mi nombre (Mansalva, 2012), Querido libro (Neutrinos, 2018) y La libertad de los bares (Mansalva, 2020), entre otros. Su obra ha sido traducida al portugués: Fantasmas bons (Macondo, 20239), Discoteca Selvagem (Edicoes Jabuticaba, 2019); al inglés: Little Joy, selected stories (Semiotexte, 2020); A hotel with my name y Licorice Candies (Scrambler Books, 2015) y al francés Bon bons a l’anis (Varichon & Cie, 2023). En 2020 fundó Microcentro, un espacio dedicado a la experimentación poética a través de talleres y lecturas. 



Siempre que quiero escribir poética
la mano, sola, escribe: política
Salgo a la calle y no sé hacia dónde salgo
constantemente la desorientación se apodera de mí
y pienso en el gobernador
de la poesía
Quién es el gobernador de la poesía
de la telepatía.
No quiero usar la poesía para decir
países recursos guerra
Siempre que quiero escribir poética
la mano sola escriba política
Si la poesía funciona para vos
por favor decile a los demás
cómo es para que la poesía funcione para ellos
Pienso en el gobernador de la poesía
de la telepatía




Free time


Tengo tiempo libre
 Y cien mil pesos en el banco
(que son menos de 500 dólares, pero no importa)
Me doy el lujo de ir a mi oficina
 y “hacer como que trabajo”, 
estar dos horas mirando la pantalla vacía
y escribir una sola línea
de un poema cursi sobre una planta.
Puedo hacer como que trabajo
y escribir los poemas más cursis, 
más básicos, más primitivos,
esos que se escriben en diez minutos,
y después salir a pasear por la calle Florida
en plena decadencia.
Entrar a Falabella y comprarme unas calzas
de lycra rosa-chicle.
Soy feliz, alguien me prestó una oficina 
para hacer como que trabajo.
El aire en esta parte de la ciudad es siempre una
brisa fresca, la luz de noviembre
mi corazón sonríe.
Tengo cien mil pesos en el banco
y puedo “hacer como que trabajo”.
Ninguna obra de arte se va a parecer nunca
a esta felicidad.


(de Diario de una persona inventada, 2023)

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